Anoche, al final de la manifestación de las mareas, me llamó la atención la presencia de un grupo que decía ser "Respuesta Estudiantil" y al que muchos de os asistentes abuchearon y acusaron de ser unos fachas y de querer reventar la manifestación ¿Quienes son realmente "Respuesta Estudiantil"? Juzguen ustedes mismos: en su página web (www.respuestaestudiantil.org) se presentan como una organización que pide que se cuente mas con los estudiantes a la hora de tomar decisiones (nada que objetar a esto) porque "los estudiantes de hoy formaremos la élite de mañana".
Resulta extraño un discurso que se refiere a los estudiantes como "clase estudiantil", "élite del mañana", y que afirma que "el futuro es nuestro". Podría entenderse que el acceso a la educación, mas que un hecho a universalizar, es una vía para la formación de una élite. Salvo que "Respuesta Estudiantil" tenga un concepto particular de la palabar "élite" lo que está reclamando es apoyo social para la construcción de la futura clase dirigente.
Es obvio que, en el futuro, serán necesarios ingenieros, médicos, profesores, abogados, economistas y demás, pero de igual forma serán necesarios panaderos, agricultores, pescadores, amas (y amos) de casa. El término "élite" parece significar que unos estarán arriba y otros abajo, pero algunos pensamos que el objetivo de la educación no es el de preparar a futuras élites, sino empoderar a todos de forma que ningún colectivo sea mas importante que otros.
Chicos y chicas de Respuesta Estudiantil: el futuro no es vuestro, sino de todos. Me parce muy bien que se luche por la educación, pero no por la educación como vía para la construcción de una élite social. No os sorprendais si a alguien no le gustan vuestros sueños elitistas: quienes luchan en las calles contra el poder establecido no soportan como compañeros de viaje a quienes pretenden constituirse como futura clase dirigente.
Y, por cierto ¿Seguro que no teneis nada que ver con MSR y otros movimientos similares de ultraderecha? Porque es lo que parecéis. Y eso no ayuda nada.
Ángel Vázquez, pirata
domingo, 24 de febrero de 2013
lunes, 11 de febrero de 2013
Adiestramiento y empoderamiento
Hace ya algunos años estaba, una noche, reunido con mis alumnos de ESPA (para los no iniciados: una ESO para adultos) hablando sobre la necesidad de que se esforzasen mas para conseguir los objetivos recogidos en la programación. Uno de mis alumnos me dijo algo así como "pero si yo solo quiero sacarme el graduado para poder trabajar en el taller".
Aquel comentario me hizo pensar ¿El sistema educativo hace bien en exigir la consecución de unos objetivos por parte del alumnado y en descartar (con el inevitable riesgo de exclusión social que eso conlleva) a quienes no alcancen dichos objetivos? ¿No sería mas sensato llevar a todos y cada uno de los alumnos hasta el máximo de las posibilidades de cada uno (y no descartar a nadie por la arbitraria razón de que sea mejor o peor en matemáticas, lengua española o ciencias de la naturaleza)?
El actual sistema educativo, hecho a medida de la revolución industrial, funciona de manera similar a una fábrica: recibe una materia prima (alumnos) y la transforma en un producto (trabajadores). No solo da la formación necesaria para el desempeño de un empleo (matemáticas, idiomas, ciencias, etc) sino que, al mismo tiempo, acostumbra al alumnado a trabajar por objetivos, seguir unos horarios, ceñirse a unas normas y espacios de trabajo determinados, etc. En el pasado existió un contrato no escrito entre estudiantes y sistema económico según el cual los mejores alumnos tendrían garantizada una buena vida laboral en el futuro.
Pero con mas de un cincuenta por ciento de paro juvenil dicho contrato se ha roto: es posible (o no) que al sistema económico le interese un sistema educativo que segregue a los alumnos según consigan o no ciertos objetivos impuestos por dicho sistema, pero lo que es seguro es que a los estudiantes les interesa cada vez menos esforzarse en conseguir unos objetivos que no han elegido ellos sin tener claro que eso les vaya a servir de algo en el futuro. Si han de esforzarse por conseguir unos objetivos la mayoría de ellos lo harán solo por los que hayan elegido voluntariamente, y no por los que les impongan arbitrariamente desde el Ministerio de Educación.
Y va a dar igual lo que diga el ministro: como si quiere decidir que todos los niños de seis años hablen latín y griego. De seguir las cosas como hasta ahora cada vez mas alumnos abandonarán la máquina de la educación industrializada, y aceptarán solamente aquellos objetivos que les parezcan interesantes por sí mismos. La competitividad de un país, su PIB o su prima de riesgo son conceptos que quedan muy lejos de quienes se sienten excluidos ya desde muy jóvenes.
Educar debería ser sinónimo de empoderar, no de adiestrar.
Aquel comentario me hizo pensar ¿El sistema educativo hace bien en exigir la consecución de unos objetivos por parte del alumnado y en descartar (con el inevitable riesgo de exclusión social que eso conlleva) a quienes no alcancen dichos objetivos? ¿No sería mas sensato llevar a todos y cada uno de los alumnos hasta el máximo de las posibilidades de cada uno (y no descartar a nadie por la arbitraria razón de que sea mejor o peor en matemáticas, lengua española o ciencias de la naturaleza)?
El actual sistema educativo, hecho a medida de la revolución industrial, funciona de manera similar a una fábrica: recibe una materia prima (alumnos) y la transforma en un producto (trabajadores). No solo da la formación necesaria para el desempeño de un empleo (matemáticas, idiomas, ciencias, etc) sino que, al mismo tiempo, acostumbra al alumnado a trabajar por objetivos, seguir unos horarios, ceñirse a unas normas y espacios de trabajo determinados, etc. En el pasado existió un contrato no escrito entre estudiantes y sistema económico según el cual los mejores alumnos tendrían garantizada una buena vida laboral en el futuro.
Pero con mas de un cincuenta por ciento de paro juvenil dicho contrato se ha roto: es posible (o no) que al sistema económico le interese un sistema educativo que segregue a los alumnos según consigan o no ciertos objetivos impuestos por dicho sistema, pero lo que es seguro es que a los estudiantes les interesa cada vez menos esforzarse en conseguir unos objetivos que no han elegido ellos sin tener claro que eso les vaya a servir de algo en el futuro. Si han de esforzarse por conseguir unos objetivos la mayoría de ellos lo harán solo por los que hayan elegido voluntariamente, y no por los que les impongan arbitrariamente desde el Ministerio de Educación.
Y va a dar igual lo que diga el ministro: como si quiere decidir que todos los niños de seis años hablen latín y griego. De seguir las cosas como hasta ahora cada vez mas alumnos abandonarán la máquina de la educación industrializada, y aceptarán solamente aquellos objetivos que les parezcan interesantes por sí mismos. La competitividad de un país, su PIB o su prima de riesgo son conceptos que quedan muy lejos de quienes se sienten excluidos ya desde muy jóvenes.
Educar debería ser sinónimo de empoderar, no de adiestrar.
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